Miguel Oliver Barceló (1933-2010) fue miembro activista de una asociación de vecinos antes de convertirse en concejal y contribuir al logro del autogobierno municipal. Parte de la población se moviliza ahora para rendirle homenaje y pedir que la plaza principal lleve su nombre. La realidad es que Palmanyola le debe a aquel equipo y a aquel ingeniero químico, que saltó a la política como independiente, ser el único núcleo poblacional con alcalde pedáneo de Baleares. El hito es mayor, no sólo visto en perspectiva, sino también en clave actual, porque esta localidad ubicada en Bunyola es la única Entidad Local Menor del archipiélago y una de las que tiene más habitantes de toda España (unos 2.400 censados y unos 3.000 habitando, señala el actual alcalde, Arnau Llinàs, líder de Asociación Vecinal Independiente).
Genes políticos
Oliver tenía antecedentes políticos porque su abuelo materno, Bartolomé Barceló i Mir, fue alcalde de Palma en 1909 y 1910. Fue un cargo público tan peculiar que avaló dos veces con su propia casa el proyecto de construcción de la iglesia de Palmanyola. «Me pareció muy bien y le apoyé», expone su mujer, Margarita Miró de Mesa, que actualmente tiene 80 años. No les importó el riesgo teniendo una prole de 13 hijos, uno de los cuales, Ramón Oliver Miró, fue más tarde alcalde pedáneo, de 2003 a 2015, pero bajo el paraguas del PP.
Margarita tiene 31 nietos y aún vive en Palmanyola. De hecho, es el refugio familiar porque ocho de sus hijos residen también allí. Las fotos y documentos del archivo local atestiguan el compromiso de un hombre con el presente y futuro de su urbanización y para cuya autonomía de gobierno luchó. Después de recoger firmas de los vecinos casa por casa, el Consejo de Estado emitió informe favorable y el Consell de Mallorca aprobó la creación de Entidad Local Menor en 1985, dos años después de entrar como concejal, cargo que ocupó de 1982 a 1999.
Además de ser uno de los promotores de la ELM aún como miembro de la Asociación de Vecinos, junto a otros residentes (Joan Josep Quetglas, Jaume Capllonch, Rafel Adrover y Joan Rosselló), Oliver se implicó en otras causas. Así formó parte de la comitiva que consiguió evitar la construcción de un polígono industrial junto a Son Amar por parte del Ayuntamiento de Bunyola, municipio del que depende Palmanyola. También se movilizó para impedir el levantamiento de una cárcel frente a Son Termes, que finalmente se ubicó a la entrada de Palma. Sí perdió otra de sus batallas compartidas por tantos mallorquines, que fue la instalación de la incineradora de Son Reus, a la que se opuso siempre el núcleo poblacional. Un documento firmado por el GOB en 1995 constata que Oliver fue uno de los promotores de la Plataforma contra la Incineradora que tanta oposición popular ha provocado. De hecho, el anuncio de su construcción movilizó a buena parte de la ciudadanía y a organizaciones ecologistas de las islas y ese mismo año los activistas de Greenpeace se colgaron de la fachada de la planta para protestar por la generación de 100.000 toneladas de residuos tóxicos. Las protestas se han sucedido a lo largo de los años. Unas 2.500 personas se manifestaron en 2013 contra la importación de basuras de fuera de las islas para su incineración en Son Reus.
Oliver no actuó sólo, pero su compromiso fue clave para los logros de Palmanyola. Uno de sus hijos ha impulsado una recogida de firmas a través de internet, que en pocos días ha conseguido cerca de 500 adhesiones. Los comentarios plasmados reflejan el aprecio a un político con apellido casi endémico y aplauden la iniciativa. Al final es también el triunfo del poder independiente, nacido de asociaciones de vecinos que anteponen el bien común. De ahí surgió el autogobierno de Palmanyola y en la misma tónica sigue en la actualidad, con un equipo que no responde a las siglas de ningún partido.