No existen fuentes escritas que puedan datar sobre la antigüedad de la escenificación de los centuriones, tan arraigada al pueblo de Son Carrió, pero las fuentes orales la sitúan antes de 1914, fecha en que se terminaron las obras de la iglesia de Sant Miquel.
Miquel Font, historiador aficionado y carrioner cuenta que este rito tiene su originen en la Edad Media, «en ese tiempo la presión social era muy fuerte y durante los días de cuaresma estaba prohibida toda clase de diversión». Así, el día de Pascua, el sacerdote tenía la obligación de hacer reír a sus vecinos «la idea de hacer reír a la gente se extendió por Europa. Podían hacer cualquier cosa para divertirles», explicó Font.
Así, como una reminiscencia, se fue formando la costumbre conocida como la risa de Pascua (risus paschalis) que acababa con los días tristes de la Cuaresma para dar paso a la alegría que suponía la resurrección de Cristo.
Es así como, cada domingo de Pascua, cinco jóvenes carrioners se enfundan en el traje de centurión y escenifican la resurrección y momento en que se quedan dormidos y piensan que les han robado la urna santa. Cuando no ecuentran el cuerpo, empiezan los disparates que aseguran la diversión de todos los asistentes que acuden a la celebración antesala del encuentro.
Una tradición a la que le quedan muchos años de vida, y es que los jóvenes piensan mantenerla muy viva. «Muchos jóvenes se apuntan a esta fiesta y siempre hay centuriones a punto», concluye Font.