El magnate noruego Ivar Tollefsen ha comprado la finca de la Fortalesa, en el Port de Pollença, por 650 millones de coronas noruegas (unos 61,8 millones de euros) al fondo de inversiones británico liderado por James Lupton. La venta de todas las acciones se cerró hace un año pero ha trascendido recientemente por la publicación en varios medios noruegos.
Actualmente, la nueva propiedad está tramitando varias licencias de reformas y obras de mantenimiento que están pendientes del informe de Patrimoni del Consell. El uso de la finca, declarada Bien de Interés Cultural en 1993, seguirá destinado a la celebración de eventos y rodajes de películas, entre otros.
El multimillonario Ivar Tollefsen desembarca así en Mallorca tras pasar por Canarias donde ha comprado el 50 % de la hotelera canaria Servatur.
De baluarte a residencia de lujo
Hace 350 años, durante el reinado de Carlos II, se mandó construir la Fortalesa d'Albercuix con el objetivo de defenderse de ataques por mar. Antes había habido otros dos intentos, pero habían sido meras torres. Entre que una se cayó y la otra no servía para albergar artillería ni tropas, se mandó construir esta edificación más seria, de planta hexagonal y que a juicio del experto en arquitectura militar y autor del libro El Port de Pollença i la Fortaleza d'Albercuix, Àngel Aparicio i Pascual, «es la única de sus características que existe en Baleares y creo que también en España».
En 1919, el pintor argentino Roberto Ramaugé (1892-1973), amigo de su colega Anglada Camarasa y que poseía una gran fortuna, adquirió la Fortalesa d'Albercuix en 1919 convirtiéndola en una residencia de lujo. Raumagé fue anfitrión de numerosos artistas de la época, pero los días de vino y rosas finalizaron abruptamente cuando el Ejército del Aire se quedó con los terrenos durante la Guerra Civil. A partir de ahí comenzó una batalla judicial entre la Administración y los herederos de Raumagé. El litigio continuó hasta 1984, cuando la familia recuperó su posesión.
En 1989, los herederos vendieron la Fortalesa al inglés John Ogden por unos 650 millones de pesetas. «Tras numerosas y desproporcionadas reformas, Ogden la puso en venta en 2008. Kühn & Partner la ofrecía por 120 millones de euros y Engels & Völkers por 100, pero el propietario estaba dispuesto a venderla por bastante menos», aclara Aparicio. De esta forma, pasó a ser considerada la propiedad más cara de España.
El propietario se la ofreció al Consell de Mallorca por 16,5 millones, pero Armengol, presidenta por aquel entonces de la institución, rechazó la oferta pese a los intentos del Ajuntament de Pollença para que la aceptara. El político y financiero James Lupton era desde 2011 su propietario, al comprarla por 40 millones. Ahora, el magnate noruego Ivar Tollefsen se habría hecho con ella por casi 62 millones de euros.