La desigualdad es todavía muy relevante entre hombres y mujeres en el medio rural, también en las Illes Balears. La gran masa femenina que desempeña las labores más duras en la agricultura y ganadería no se traduce en una amplia presencia de mujeres en los órganos de decisión de las cooperativas u otras entidades del sector primario. Estas son algunas de las reflexiones compartidas durante la mesa redonda «Compromisos del pla d'igualtat en el sector primari», celebrada ayer en la Cámara de Comercio en el marco de una jornada sobre la implantación de la igualdad en el mundo rural y la pesca.
Trabajo invisible
El debate, moderado por el gerente del FOGAIBA, Mateu Morro, contó con la participación de la presidenta de Cooperatives Agroalimentàries, Jerònia Bonafè; la bodeguera Bàrbara Mesquida y la ingeniera agrónoma y técnica del sindicato agrario UPA, Lluïsa Roser. Ésta aportó testimonios que sorprenden en pleno siglo XXI. «Hay mujeres dadas de alta como jóvenes agricultoras pero luego no tienen ni una cuenta corriente a su nombre que les dé autonomía económica, es el marido quien se beneficia de las ayudas que ellas reciben». Jerònia Bonafé puso de relieve lo poco habitual que resulta que un caso como el suyo, que una mujer ocupe cargos de dirección de una entidad agraria, donde el 90 por ciento son hombres. «La nueva ley de cooperativas recogerá la obligatoriedad de que en los órganos del consejo rector haya una representación igualitaria en proporción a la base social», señaló.
Bàrbara Mesquida, que dirige la bodega Mesquida Mora de Porreres, destacó la dificultad de implantar planes de igualdad en las pequeñas explotaciones familiares. «Ya lo intenté hace 15 años, y tuve que renunciar porque no era aplicable a una microempresa liderada por una mujer como era mi caso; en el mundo del vino, la mayoría de mujeres que lideramos una bodega es porque nos viene de familia». La jornada recogió diversas ponencias y debates sobre la igualdad en la agricultura, la pesca y en la Política Agraria Común (PAC).