La imagen de la idílica carretera de Formentor (desierta de vehículos) con la que el Govern promocionaba en la ITB de Berlín en 2019 las Illes Balears como un destino de turismo sostenible nada tiene que ver con la realidad que viven los miles de turistas que suben cada día a Formentor y quedan durante horas atrapados en sus vehículos. Aún falta más de un mes para que comiencen a aplicarse las restricciones de tráfico contra la masificación turística que impedirán circular por Formentor desde las 10.00 a las 22.30 horas (desde el 15 de junio al 15 de septiembre), pero el caos diario en la carretera pulveriza este año sus propios récords.
La situación es tan complicada que Autoritat Portuària de Balears (APB) se ve obligada a asfaltar la carretera de noche ante la dificultad para hacer llegar la maquinaria de día. De nada sirven los carteles que advierten de la prohibición de acceso por obras a los conductores. La APB ha intentado sin éxito que la Dirección General de Tráfico acepte cerrar la carretera desde la playa, una medida que minimizaría el embudo, pero impediría a los bañistas acceder a Cala Figuera y Cala Murta.
Nada más acabar las restricciones estivales del 2021, un derrumbe fortuito provocó el cierre de la carretera del faro de Formentor. Era septiembre de 2021 cuando la Autoritat Portuària de Balears anunció la realización de obras urgentes para reparar el talud derrumbado y el reasfaltado del último tramo de acceso al faro. Los trabajos llevan semanas en marcha y no está previsto que finalicen hasta mediados de junio. Ignorando los carteles que advierten del cierre de la carretera por obras, centenares de vehículos circulan cada día hacia el faro de Formentor y, saltándose las vallas, quedan atrapados al topar con las obras en un tramo en el que debido a la alta afluencia de vehículos se complican las maniobras para dar media vuelta y volver hacia la playa.