Hacer castells es como montar en bicicleta, aunque casi dos años de parón es mucho tiempo. Pocas actividades humanas entrañan tanta cercanía social y contacto como esta expresión de la cultura popular que ha entrado en su particular desescalada. Este septiembre, tras largo tiempo inhabilitados por las restricciones propias del coronavirus, se han reanudado los ensayos castellers en Mallorca, en el local que los Al·lots de Llevant regentan en Manacor. Los Castellers de Mallorca, por su parte, todavía no tienen fecha prevista de regreso en Palma.
«El objetivo era reencontrarnos, tomar sensaciones, y preparar los pilars que alzaremos el día 16 de octubre en Manacor con motivo de la Diada» afirma Jordi Pedrals, cap de pinyes de los Al·lots y miembro de su Junta Directiva encargado de la redacción del protocolo de seguridad que ha hecho posible la reanudación. Nunca antes de la pandemia de coronavirus se dejaron de alzar los castells en Mallorca, desde su aparición en 1996.
Estas medidas de seguridad, que cuentan con el aval de los técnicos del Govern, han servido a los Al·lots para volverse a ver las caras parcialmente, puesto que las mascarillas abundan. Todos los asistentes se consideran un grupo entero de convivencia, «somos un grupo constante, siempre los mismos», precisa el responsable técnico.
Para reengancharse a la actividad los castellers de Manacor y el resto de la comarca deben tener al día su certificado COVID con pauta completa de vacunación, y en caso contrario presentar una prueba de antígenos negativa antes de entrar al local de ensayo. Como es natural, los menores de 12 años están exentos.
Además, deben rellenar una declaración responsable sobre los posibles contactos con personas infectadas, entre otras cuestiones, y llevar una mascarilla FFP2 bien puesta en todo momento durante la hora que dura el ejercicio. La canalla que no ha empezado primero de Primaria está exenta, y de 6 a 12 años pueden portar mascarillas quirúrgicas.
Pedrals ratifica que las medidas se están cumpliendo a rajatabla en estos primeros ensayos en los que ya se está viendo el efecto de la pandemia de COVID en el llamado fet casteller. «Dentro de la pinya las distancias son muy cortas y hemos hecho algunos cambios como quitar las crosses [posición que ayuda al baix a soportar el peso del tronc] para dar más espacio».
La intención es volver a sentirse castellers aunque estos ensayos difieran mucho de los que acostumbraban a hacerse por estas fechas, con la inminente llegada de la cita más destacada del calendario a la vuelta de la esquina.
«La vertiente social ya no la tenemos. Venimos cambiados de casa con la ropa de ensayar para que no se acumule la gente, como en las piscinas y gimnasios. Salimos y ensayamos en el exterior, al aire libre, y cuando es la hora cerramos y tothom cap a casa seva» dice un poco resignado el responsable, consciente de que todo eso también le daba sentido a la colla y aun más de que ahora es tiempo de hacer las cosas bien hechas, por el bien de todos.
«De cara al año que viene, ya veremos», apunta. Y es que es difícil aventurar cuál será la situación epidemiológica en Mallorca el próximo enero. Es otra de las enseñanzas de la pandemia: en este contexto no tiene mucho sentido hacer planes a medio o largo plazo.