Un cierto revuelo en la playa de Can Picafort este pasado fin de semana ha cristalizado en los días siguientes en una protesta vecinal con pancartas, que el Ajuntament de Santa Margalida se ha ocupado de retirar. Los vecinos se han pronunciado contra el exceso de hamacas en un arenal especialmente estrecho, después de que una bañista pusiera el grito en el cielo y dudara en las redes sociales de la legalidad de las actuaciones.
Ella afirma que nada tiene que ver con las pancartas; no obstante su grito ha movido conciencias de otros tantos indignados con una situación que pasa de castaño a oscuro, y que incluso se reproduce en otras playas de Mallorca.
Al parecer quien no ha pagado por una tumbona no tiene derecho a plantar su toalla en la zona tomada por los parasoles y las hamacas que la empresa concesionaria cobra a buen precio.
Todo ello ha suscitado polémica y ha planteado una cuestión: ¿la playa es de alguien, incluido el ayuntamiento? ¿Puede un trabajador o representante de una empresa obligar a moverse a un ciudadano que no ha pagado el preceptivo precio?
Al parecer sí, o eso al menos es lo que defienden desde este sector.
La persona denunciante explica que «la playa es muy estrecha, y cuando llegamos nos pusimos pegados al paseo en una zona de hamacas que estaba desierta. No había sitio en otro lado, y para mantener la distancia no hay otra opción. No tardó en aparecer el trabajador que cobra y nos dijo que no podíamos estar allí, que tenían alquilada la playa y es como si fuera un vado permanente», en palabras del propio empleado.
«Nuestra respuesta fue que no molestábamos a nadie y que no nos moveríamos de allí, así que vino otra persona, un socorrista con un chaleco del 112 que de buenas formas nos dijo lo mismo. Debíamos irnos y según él ir buscando hasta encontrar un hueco. Nos dijo que como bañista nos entendía pero que ese era su trabajo. Si no accedíamos vendría la Policía Local y nos multaría».
Los agentes nunca vinieron por lo que no podemos saber si aquello era solo una amenaza o tenían consigo las de la ley. Está claro que, lo de encontrar un hueco, es más fácil decirlo que hacerlo. «En fin de semana es tarea imposible», remarca la afectada.
Y es que hay tramos de la playa en los que no existe alternativa: o las toallas se sitúan en la zona de hamacas y parasoles o estas se mojan con las olas. Ello ha motivado, como comentan algunos en el lugar, que haya vecinos que ya ni siquiera bajan a la playa como hacían antes. Muchos van con lo puesto, se bañan y se vuelven a ir.
«Ahora resulta que los bañistas que no pagamos tumbona no podemos estar en la arena de toda la zona que tienen concesión», destaca la bañista frustrada. Mientras tanto desde el consistorio avalan la legalidad de las actuaciones, mientras que desde la oposición municipal sospechan de posibles incumplimientos del contrato.
Toda la información de la concesión debe estar cumplimentada y presentada ante Demarcació de Costes, con delimitación de zonas y cantidad de hamacas incluida. Otras fuentes consultadas infieren que nadie puede evitar que un bañista se tumbe en la arena, aunque haya hamacas ya que «las playas españolas no son privadas».