La facturación de los vinos con Denominación de Origen (Binissalem y Pla i Llevant) o con IGP Mallorca cayó el año pasado un 39 %. La crisis provocada por la pandemia del coronavirus, así como el ataque de la plaga de ‘mildiu' han sido los motivos principales para este declive que también se ha reducido a una bajada de la comercialización de hasta un 35 % respecto a campañas anteriores.
En el conjunto el año pasado se elaboraron un 25 % menos de litros de caldo comparado con la medida de los últimos cuatro años, lo que lo sitúa en 3,7 millones de litros producidos en 2020. También cayó en un 25 % los quilos de uva recolectados; mientras que las hectáreas de producción fueron de 1.331, un 9 % inferior a la media. Los tres consejos reguladores de los sellos D.O. e Indicació Geogràfica Protegida (IGP) reconocieron ayer que el 2020 ha sido un «año difícil para el mundo vitivinícola». A la crisis sanitaria y a la afectación del mildiu, también debe añadirse fenómenos atmosféricos adversos como el granizo que cayó en la zona del Llevant y que afectó a la producción.
También hay que destacar que algunos viticultores, al ver la situación de la pandemia y la poca comercializaicón, optaron por limitar la producción y se acogieron a las ayudas del gobierno central para la llamada poda en verde (recoger el fruto antes de su maduración para así descartarlo).
Ventas
La noticia positiva es el incremento de ventas a la Península que se ha pasado a comercializar un ototal de 482.000 litros. Sinembargo resto de comercialización (entre islas y al extranjero) descendió.
Pese a la difícil situación, el sector recuerda que está «a la expectativa» en vistas a la próxima campaña que dependerá, en buena parte, de la reactivación del sector turístico. «Lo importante es hacer buen vino y no ceder ante las dificultades», aseguran.