Dieron las seis de la tarde con el repicar sostenido de las campanas de la iglesia y Es Capdellà prendió las alimaras, unas hogueras de leña verde en las que tradicionalmente ardía la gatova (ulex europaeus). Cerca de una veintena de familias encendieron este lunessus piras en la intimidad de sus casas gracias al permiso expreso otorgado por el Ajuntament para dejar sin efecto por un día la ordenanza de patrimonio verde que impide la quema de restos vegetales. «Tenemos mucha devoción por Sant Sebastià y esta tradición significa mucho para nosotros», comentaba la capdellanera Ventura Julià, que siempre ha visto celebrarla. De la misma cuerda son sus vecinas Margarita Frau, convencida de «que no se tiene que perder», y Antònia Colomar, que confía en que la alimara de este año «sirva y podamos continuar con la festividad».
En un contexto marcado por la crisis de la COVID, Es Capdellà quiso avalorar su tradición y dejar que el fuego protegiera su salud como ya sucediera con la gripe de 1918. Porque hasta esa fecha se remonta una práctica auspiciada por el doctor de la localidad por la época, quien pidió a los vecinos encender las alimaras, a las que se tiraba azufre, para que el humo de la combustión ahuyentara al virus. Ayer las hogueras ardieron simbólicamente contra el coronavirus. Una vez más, el paralelismo entre aquella pandemia y la que hoy vivimos se traza sin mayor esfuerzo.
Es Capdellà celebra la festividad de Sant Sebastià desde 1820, pero no fue hasta 1918 en que el santo se convirtió en copatrón del pueblo -los feligreses veneran también a la Mare de Déu del Carme-, tal y como se recoge en el libro Es Capdellà i la seva església, de Ramon Serra Isern, difunto capellán. La mal llamada gripe española se había cobrado la vida de varias personas en las localidades colindantes de Andratx y Calvià, pero sus estragos no se dejaron ver en Es Capdellà. A caballo entre la ciencia y la fe, los capdellaners se habían protegido prendiendo las alimaras y encomendándose a Sant Sebastià.
Desde entonces, cada 19 de enero se encienden las hogueras en la vigilia de un día 20 marcado por la misa de acción de gracias y la procesión con la imagen de Sant Sebastià. Al menos así lo marca la tradición, pese a que el actual capellán, Antoni Mercant, se niega desde 2015 a permitir que los creyentes luzcan la talla del santo por las calles. Este año la polémica no rebrotará: sin procesión, las campanas de la iglesia parroquial tañerán a las 12:00 h en una invitación a la pregaria personal.