El Govern pone freno al auge del vino en Baleares y a una posible especulación con las siembras de las grandes plantaciones de viñedos. El objetivo principal es evitar la saturación del mercado y el consecuente hundimiento de los precios. Así se desgrana en el nuevo decreto de la Conselleria de Agricultura que limita el potencial vitícola del Archipiélago.
Esta regulación es una demanda de parte del sector, en especial de las Denominaciones de Origen, que durante años han trabajado para poner en valor la producción de caldos con sello propio (DO Binissalem y DO Pla y Llevant). Junto a ellas, hay seis indicaciones geográficas protegidas (IGP) que bajo el sello Vi de la Terra han conseguido «potenciar las variedades locales y crear un mercado propio», apunta el director general de Agricultura, Biel Torrens.
«El sector apuesta por la diferenciación de sus vinos, por lo que la producción ha ido en aumento, mientras los precios se han mantenido o han subido», explica Torrens. El director general añade que la voz de alarma se produjo en 2019 cuando desde la Conselleria detectaron un elevado incremento de solicitudes para autorizar nuevas plantaciones «que podrían producir un hundimiento del mercado».
La plantación de nuevos viñedos viene marcada por el Gobierno central que fija una cuota anual. Aunque también existen los derechos de replantación, es decir, tener un viñedo en cualquier punto del Estado y arrancarlo para poder sembrar uno de nuevo en Balears.
Con la nueva normativa, Agricultura ha fijado unos criterios de permanencia, por lo que un productor deberá tener una antigüedad de 3 años para poder arrancar sus viñas en cualquier comunidad autónoma y replantarlas en las islas. Además, también se establece una permanencia mínima de cinco años de producción para el nuevo viñedo. «Con ello ralentizamos la expansión, para conseguir un crecimiento gradual», aclara Biel Torrens que recuerda que ha habido inversores que apostaban por la viña, «plantando grandes superficies cuando no se tenían garantías que hubiera espacio en el mercado y pudieran distorsionar los precios del vino que se produce en Balears».
Torrens destaca que este decreto que limita el potencial vitícola del archipiélago pero que «en ningún caso va a perjudicar a los pequeños productores, o a las empresas que tienen una vocación de permanencia» sino que se ponen «trabas» a los movimientos especulativos de un sector que ha trabajado duro para hacerse un puesto en el mercado.
La evolución de la superficie de viñedo en Baleares marca claramente una tendencia al alza. Así en 2008 había poco más de 1.500 hectáreas de viñedos, mientas que en 2019 la cifra alcanzó las 2.591 hectáreas. Sobre las replantaciones procedentes de otras comunidades autónomas, en la campaña de 2019-2020 se autorizaron en al área geográfica de la DO Binissalem un total de 47,1 hectáreas, registrándose una elevada incidencia del 50,9 %).