En circunstancias normales, la jornada de este jueves en Inca podría haber sido histórica. Una mañana soleada, una propuesta comercial ya consolidada y la inercia de los años anteriores hubieran sido los cimientos en los que el Dijous Bo se asentaría de no ser por la pandemia.
Finalmente, la jornada en la capital del Raiguer se convirtió en un jueves más de mercado, con un aumento significativo de visitantes pero sin prácticamente ninguna repercusión comercial y económica. Los vendedores del mercado confirmaron este extremo y Rosa Matas, la vendedora de flores de Sant Joan que cada semana se sitúa frente al Ajuntament, dijo que «ha sido como un jueves normal. Más gente pero pocas ventas». Con similares términos se refirió la binissalemera Margalida Lladó, en su puesto de venta de téxtiles y añadió que «los visitantes pasean más que compran».
El presidente de la Associació de Comerciants d'Inca, Pep Nicolau, explicó que «la anulación del Dijous Bo supone para muchos comerciantes de la ciudad unas pérdidas del 60 % de su facturación anual, si juntamos también las tres ferias previas, que tan buenos resultados nos han dado estos últimos años, y la campaña de Navidad». Nicolau destacó el esfuerzo que están realizando junto al Ajuntament d'Inca «para recuperar el pulso comercial de nuestra ciudad, con campañas de promoción que arrancarán en breve y ayudas directas».
Restauración
Los cellers, bares y restaurantes abrieron este jueves con muchas dudas sobre si lograrían llenar sus establecimientos. Así como el miércoles la mayoría de cellers vieron como a la hora del almuerzo las reservas iban en aumento, no ocurrió lo mismo por la noche porque muchos inquers desistieron de ir a cenar. Por la tarde sí que hubo un buen ambiente en las terrazas de los bares.
Finalmente, este jueves los cellers ocuparon la mayoría de sus mesas a la hora del almuerzo y el trasiego en los bares fue constante durante toda la mañana. Marga Tomás, del celler Can Marron, comentaba que la jornada había ido «bastante bien, mejor de los que nos pensábamos».
En previsión de aglomeraciones y para asegurar el mantenimiento de la normativa sanitaria decretada por la pandemia, desde el miércoles a las once de la mañana y hasta esta pasada madrugada la Policía Local y la Guardia Civil han montado un dispositivo especial de vigilancia, a pesar de la suspensión del Dimecres Bo y el Dijous Bo.
Desde el miércoles por la tarde, cuando se tendría que haber celebrado el Dimecres Bo y durante toda la mañana de ayer se pudieron ver patrullas recorriendo el centro. Su principal función era disuasoria y solamente indicaban a algún transeunte despistado cuál era el sentido correcto a seguir en la zona peatonal, donde el Ajuntament ha dispuesto dos trayectos a cada lado de los puestos del mercado.
Los cuerpos de seguridad no registraron ningún incidente reseñable ni en la noche del miércoles, con un toque de queda respetado al máximo, ni ayer en el mercado, aunque se impusieron multas por fumar en la calle.
El alcalde de Inca, Virgilio Moreno, agradeció «a todos los inquers y inqueres, así como a todos los ciudadanos que han venido de otros municipios, la buena predisposición a la hora de seguir las normas sanitarias. Hemos dado ejemplo».