La nueva ordenanza municipal permitirá a Alcúdia luchar de manera efectiva contra prácticas como el botellón. Bajo el título de Modificació de l'Ordenança de mesures per fomentar i garantir la convivència ciutadana a l'espai públic d'Alcúdia, esta nueva disposición, publicada en el BOIB el pasado día 3 de octubre tiene como principal objetivo mejorar la convivencia en el municipio ante conductas como la celebración de botellones, que han sido objeto de numerosas quejas por parte de los vecinos.
El problema viene de antiguo, aunque su visibilización se haya ampliado durante la pandemia por los problemas sanitarios que pudieran derivarse. Según Bàrbara Rebassa, alcaldesa de la ciudad, «la Policía Local no tenía herramientas legales para luchar contra el botellot. Durante el estado de alarma y con las medidas sociales restrictivas el problema ha sido aún mayor, pero siempre ha existido». El adelanto en la hora de cierre de los bares ha provocado que muchas personas, especialmente jóvenes, continuaran la fiesta en zonas como la playa de Aucanada, en el polígono o en «lugares inverosímiles» afirma Rebassa.
Las nuevas medidas ponen especial atención en el consumo de bebidas «no procedentes de locales de hostelería» en espacios públicos que no estén expresamente dedicados a ello, como terrazas o restaurantes y siempre que este acto se produzca en forma de aglomeración, deteriore el tranquilidad del entorno, provoque situaciones de insalubridad o implique la presencia de menores de edad. También se perseguirá a las personas que acompañen estos actos de música a volumen molesto.
El régimen de sanciones incluye multas que van desde los 30 hasta los 100 euros, aunque estas cantidades podrían aumentar incluso hasta 500 euros si también se detectaran otros problemas como basuras.
Todas estas disposiciones, según la alcaldesa, vienen a reforzar el ámbito legal sobre el que pueden trabajar los agentes, ya que la anterior ordenanza no contemplaba adecuadamente estas conductas.
Alcúdia espera con ello reforzar las actuaciones de su policía, que se ve afectada, como muchos otros pueblos de la Isla, por la escasez de efectivos. «Actualmente tenemos unos 50 agentes, cuando lo mínimo para una localidad como la nuestra serían unos 80» se lamenta Rebassa.