El obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, presidió este domingo una Diada de Lluc muy distinta a la de hace apenas un año, cuando miles de mallorquines acudieron a la fiesta de la Mare de Déu de Lluc, coincidiendo con la despedida de los Missioners dels Sagrats Cors. Este año, debido a la crisis sanitaria generada por la COVID-19, fueron unas 250 personas las que acudieron a la misa, el único acto que no fue suspendido, al contar con el espacio al aire libre del Acolliment, donde se pudieron disponer las sillas con las distancias de seguridad.
Además del obispo, en la ceremonia participaron el prior de Lluc, Marià Gastalver; los sacerdotes Toni Burguera y Santiago Cortés, además del exprior Ricard Janer y el diácono Toni Fernández. Además, el presidente y el secretario de la Associació d'Antics Blauets de Lluc, Llorenç Gelabert y Biel Ferragut, entregaron un ramo de flores y otras ofrendas. Junto a ellos estuvieron una pequeña representación de Antics Blauets, organizadores de la Pujada a Lluc de la Part Forana, así como miembros de la organización de la otra gran peregrinación de la Isla, la marcha Des Güell a Lluc a peu, encabezada este domingo por Francisco Bauzá. Este año, ante el avance de la pandemia, ambas entidades decidieron suspender sus subidas a Lluc, en las que participan miles de personas. Ayer en su homilía, el Obispo ensalzó los valores de Lluc como «un lugar privilegiado, con un entorno natural de gran belleza». Sebastià Taltavull invitó a los cristianos a «aportar confianza, ilusión, esperanza y consuelo» para convertir estos valores en «la buena noticia» frente a la adversidad de estos tiempos de crisis.