La Conselleria de Administraciones Públicas y Modernización ha finalizado este jueves las tareas de exhumación en el cementerio de Bunyola, iniciadas el pasado 31 de agosto, por lo que ahora comenzará el protocolo de recogida de ADN para identificar los restos humanos recuperados.
En el cementerio de Bunyola se esperaba encontrar a 15 víctimas de la Guerra Civil, en base a los estudios históricos realizados. Se han localizado fragmentos de restos craneales correspondientes a individuos adultos que presentan diversas marcas, fruto de autopsias y de heridas previas a la muerte, que según el Govern hacen recomendable continuar investigando.
Cabe destacar, sin embargo, que los fragmentos son de tamaño muy limitado y han sido removidos, por lo que su identificación a simple vista no resulta posible y «se hace imprescindible continuar la investigación con pruebas genéticas».
Por ello se recogerán muestras genéticas de los familiares de las víctimas que se buscan en el cementerio de Bunyola para cruzarlas con estos restos localizados. Una vez recogido, este material genético será analizado en los laboratorios de la Universidad Autónoma de Barcelona y la Universidad Pompeu Fabra.
Los restos se encontraron fragmentados y húmedos en el osario de la zona ajardinada frente a la antigua sala de autopsias, una estructura del tipo vaso funerario, construido en piedra arenisca. Se sabe que la estructura se utilizó, a partir de la década de 1960, como osario para contener todos los restos óseos que se iban limpiando de su alrededor.
Por otra parte, los trabajos de campo han servido para localizar otro osario que requerirá de un estudio e investigación aparte en el que la empresa Atics ya está trabajando.
Este osario se hizo en un momento posterior a 1932 según consta en documentación del Archivo Municipal de Bunyola. Su estado de conservación es bastante precario, pero han podido realizar trabajos de documentación arqueológica, topográfica y antropológica.
Situado detrás de la capilla, en la zona este del cementerio, es un gran recorte en la roca caliza geológica en forma de pequeña cueva o gruta y cerrada por delante por una pared. La parte superior está sellada por una capa de hormigón, con dos aberturas por las que se vertían los restos óseos.
Entre el 6 de agosto y el 28 de diciembre de 1936, llegaron al cementerio de Bunyola una quincena de cadáveres, con heridas de arma de fuego. Los cuerpos habían sido abandonados en la acera de caminos o carreteras.
De estas quince víctimas del franquismo, nueve están identificadas gracias a diferentes causas judiciales facilitados por la Asociación Memòria de Mallorca. Se trata de Joan Busquets Cañellas, Josep Cañellas Roser, Antoni Juan Massanet, Rafael Ferriol Grimalt, Pere Suau Riera, Onofre Arbona Jordà, Gabriel Servera Cardell, Guillem Pocoví Samsó y Joan Fiol Martí.
Faltan por identificar seis víctimas, entre las que se podrían encontrar tres menorquines: los hermanos Bartomeu i Sebastià Carretero Gornés, y José Filomeno Pons Sintes. Los tres, naturales de Ciutadella, viajaron juntos a Mallorca para testificar en un juicio.
Se cree que fueron asesinados el 12 de noviembre de 1936 y enterrados en Bunyola. Por aquellas fechas aparecieron tres cadáveres en la confluencia de la carretera de Esporles a Santa Maria con el torrente de ca na Sili. Pertenecían a tres personas desconocidas en Bunyola.
Por ello, el historiador y director del Archivo Diocesano de Menorca y del Archivo Municipal de Ciutadella, Marc Pallicer Benejam relaciona este episodio con el descubrimiento de los tres 'ciutadellencs' en la fosa común de Bunyola.
Esta es la tercera actuación incluida dentro del Plan, tras las excavaciones llevadas a cabo en los cementerios de Sencelles y Son Coletes, en Manacor. Le siguen actuaciones a un horno de cal del coll de Artà-Salma, los cementerios de ses Figueretes (Ibiza), Valldemossa, Santa Maria y Porreres.