Ni marea de camisetas de color rosa, ni callejuelas medievales y fachadas con estrambóticos decorados en honor de Lo Much. Un denso silencio apenas interrumpido por el júbilo de una veintena de jóvenes que vivían su fiesta en la intimidad subterránea de un celler de la Plaça, fue lo único que se escuchó este lunes en Sineu.
La suspensión de la Mucada 2020, anunciada por la organización un mes antes y recordada el domingo en un vídeo - con retrato de Juan Carlos I incluido -en el cual la Muchal Foundation declinaba toda responsabilidad sobre quienes se saltaran las normas, fue respetada escrupulosamente. No hay que olvidar que se trata de una neofiesta en cuyas últimas ediciones han participado alrededor de diez mil personas, tanto sineuers como público llegado en masa desde toda la Isla.
El deseo de los organizadores de regresar a sus orígenes, diecisiete años atrás, fue más que superado. Apenas se vieron algunos pequeños grupos compartiendo mesa en los pocos bares que estaban abiertos. No hubo tampoco actos de aforo reducido, únicamente se transmitieron vídeos de ediciones pasadas a través de las redes sociales. «Si no hay fiesta para todos, no la hay para nadie», sentenciaba la organización.
Sin incidentes
El calor abrasador que otros años era aliviado en la estrecha calle de Sant Francesc y ante el portal del Ajuntament a golpe de manguera desde unas «golfes» del Carrer des Vent, esta vez era inaplacable, y fueron muy pocos los que se sentaron en las terrazas de los bares durante la tarde. Desde el Ajuntament de Sineu se había adelantado que una veintena de policías locales y guardia civiles velarían para evitar aglomeraciones espontáneas. No fue necesario, nadie se saltó la llamada a la responsabilidad colectiva para frenar la pandemia de la COVID-19. El Much de Reig, la Muca y su comparsa demostraron que su poder de convocatoria es igual de fuerte cuando se trata de llamar a la prudencia.