Los pollencins celebraron este pasado domingo un día de la Patrona atípico. La fiesta grande del pueblo, que cada año, con el simulacro de los Moros y Cristianos, atrae la atención del resto de las Isla, se quedó en un día de fiesta con tranquilidad general.
Días antes ya se habían decidido las medidas para que no se formaran aglomeraciones en las calles del pueblo, como el cierre de algunos establecimientos y una fuerte vigilancia de los cuerpos de seguridad durante la jornada. Esta comenzó con lo que hasta ese momento era un secreto a voces, la celebración de la Alborada. La banda del pueblo se dividió en dos grupos que recorrieron al amanecer las calles de la localidad. Sin apenas público, la tradición en este caso se cumplió, a pesar de ser uno de los actos que no estaban incluidos en el programa y de que no se supiera hasta el momento mismo de realizarse su horario ni su recorrido.
El Ofici Major, programado para las 12 del mediodía en la parroquia, se desarrolló sin novedad y sin el baile de los Cossiers. Ya por la tarde la atención se centró en la plaza de l'Almoina, lugar donde cada 2 de agosto a las siete de la tarde comienza el simulacro. Algunos grupos de vecinos se congregaron en el lugar y de forma espontánea se guardó un minuto de silencio, sin duda el momento más emotivo de toda la jornada.
Tras esto tuvo lugar en el claustro de Sant Domingo el acto institucional. En él se entregaron las Distinciones, que este año han sido para el personal sanitario del municipio (PAC y residencia), para todos los trabajadores de servicios esenciales y para el grupo de voluntarios durante la pandemia.