Con la llegada del verano los agricultores inician la campaña de la cosecha del cereal, una de las actividades más importantes del sector en esta época. Hace dos semanas que las cosechadoras se han puesto en marcha aunque las previsiones son malas debido a la baja calidad del grano. A ello hay que añadir que las últimas lluvias han mermado los cultivos con la aparición de hierbajos que han restado fuerza a las plantas tanto de cebaba como de avena.
Pese a las malas previsiones, el trabajo no puede esperar ya que los cereales son fundamentales para parte de los agricultores y ganaderos de la Isla. Es el caso de Arnau Ferrer, el payés profesional más joven de Petra que desde hace cinco años cosecha las fincas de su familia. En total cultiva unas 300 hectáreas con diferentes tipos de cereal: cebada, trigo, avena y también leguminosos, según la rotación que corresponda en cada terreno. Ferrer explica que las lluvias de la semana pasada «restaron fuerza al cereal que este año presenta unas espigas muy pequeñas, y ya van tres años así». El tamaño del grano afectará directamente a su precio.
En el caso de este joven agricultor de Petra, buena parte de la producción del cereal la destina para dar de comer a los animales de su granja. Arnau Ferrer cuenta con cerdos y ovejas, por lo que ya ha sufrido las consecuencias de la pandemia de la COVID-19 que provocaron directamente con una bajada del precio del cordero durante las fiestas de Pascua. Ferrer espera ahora recibir las ayudas prometidas por el Gobierno central de 6 euros por cordero vendido y así «aminorar las pérdidas», señala. Si las malas previsiones de la cosecha se cumplen, las ayudas al sector del cereal también serán necesarias. El gerente de Asaja, Joan Simonet, confía que la Conselleria d'Agricultura incremente este año las partidas para obtener semilla certificada. «Este tipo de ayudas, que entrega semillas a los agricultores, tienen un coste realmente bajo para la administración y son muy importantes para el sector», añade Joan Simonet.
Por su parte, Ferrer confía poder mejorar la rentabilidad ya que los animales «no entienden de malas cosechas y necesitan comer a diario», sentencia. Ferrer recuerda que el año pasado la falta de lluvias durante el otoño e invierno les pasó factura ya que la rentabilidad de los granos no fue la esperada. Este año, en cambio, ha sido un exceso a destiempo.