El equipo de arqueólogos encargado de la investigación en las fosas del cementerio de Sencelles ha localizado restos craneales de tres personas que presentan lesiones que no se descarta «que fuesen provocadas por el impacto de un proyectil de arma de fuego», según el informe forense.
Este hallazgo posibilitará ahora la puesta en marcha de la segunda fase del estudio que incluye la obtención de ADN de los familiares de las tres víctimas del franquismo que se intenta localizar en la fosa de Sencelles. Se trata de los dos montuïrers Josep Miralles Garau (31 años) y Josep Serra Joan (56 años) además de Pilar Sánchez Llabrés (33 años), vecina de Palma.
Prudencia y respeto
El secretario autonómico de Memòria Democràtica i Bon Govern, Jesús Jurado, expresó ayer en el transcurso de la Comissió Tècnica de Desapareguts i Fosses su satisfacción por el hallazgo de estos restos. «Ahora se abre una segunda fase en la investigación y nos permitirá seguir trabajando en una posible identificación de estos restos que, a día de hoy, no sabemos de quién son. Hasta que no se haga el entrecruzamiento de ADN no podremos obtener más información. Hay que dejar trabajar a los antropólogos y forenses, además de mantener la máxima prudencia y con el mayor respeto hacia las familias que aún buscan a sus seres queridos», expresó Jurado.
Una vez elaborada la recogida del ADN de los familiares de los tres represaliados que se buscan en Sencelles, se enviará el material genético a los laboratorios de la Universitat Autònoma de Barcelona y la Universitat Pompeu Fabra. En estos centros se entreruzará el ADN de los familiares y de los restos óseos localizados estos días en la fosa.
Los restos craneales que podrían corresponder a Miralles, Serra y Sánchez presentan defectos compatibles con lesiones perimortem, es decir, alteraciones en hueso fresco, ya sea antes, durante o después de la muerte de la persona.
Precisamente, el equipo de expertos que ha trabajado en el cementerio de Sencelles ha analizado hasta 3.500 fragmentos de huesos que corresponden a un mínimo de 50 individuos de diferentes edades. Son piezas incompletas que presentan alteraciones importantes post mortem, a causa de las modificaciones que han padecido los enterramientos. Las distintas remodelaciones que sufrió el cementerio entre 1950 y 1980 afectaron a los entierros realizados en el siglo XIX.
Estos restos se han recuperado durante los trabajos de excavación en el ala oeste de la terraza inferior del camposanto. Es un área de unos 70 metros cuadrados y de una profundidad de 1,20 metros.
En los próximos días finalizará la excavación de la zona oeste del cementerio y los arqueólogos realizarán sondeos en otras zonas donde el georadar ha detectado alteraciones.