Poco a poco todo vuelve a la normalidad y una prueba de ello es el regreso del restaurante es Cruce, que este lunes abrió sus puertas después de más de dos meses cerrado a causa de la crisis de la COVID-19.
Las grandes dimensiones del establecimiento permiten la distancia social de dos metros y la propiedad del establecimiento ha tomado todas las medidas sanitarias necesarias para garantizar la seguridad a sus clientes y trabajadores. El propietario Guillem Garí cuenta que «se han retirado 80 mesas y ahora tenemos capacidad para unas 350 personas, en lugar de las 700 que acogíamos antes del confinamiento». También se han retirado todos los utensilios de encima de las mesas (aceiteras, aceitunas, etc) y las cartas se han imprimido en los manteles individuales.
Garí se muestra esperanzado por volver a la actividad y explica que «cuando el restaurante esté lleno habrá una persona en la puerta que no permitirá el acceso a nuevos clientes hasta que se vacíe una mesa». Si se acude a es Cruce a por comida para llevar «también deberán permanecer fuera si ya hay más de cinco personas esperando».
Justamente, la comida para llevar es uno de los servicios que «creo que subirá más porque en el primer día que tenemos abierto ya hemos recibido muchas llamadas para pedirnos comida para llevar para el domingo», explica Garí, que añade que «la merienda de la mañana ha tenido buena acogida». Al mediodía los clientes también iban llegando en un goteo constante de gente.
Para poder atender a toda su clientela, es Cruce abrirá de 6 a 23 horas «y la cocina estará abierta todo el día para evitar aglomeraciones. Los clientes que vengan a recoger comida lo podrán hacer desde las 10.30 hasta las 14 horas», añade Guillem Garí.