Globos de colores y un gran arco iris decoran el patio de la residencia de mayores Reina Sofía de Muro. No es el cumpleaños de nadie lo que se celebra, sino que sus 45 internos y sus 32 cuidadores han dado negativo en las pruebas de la COVID-19 realizadas por la Conselleria de Sanitat.
La buena nueva ha sido recibida con júbilo, después de un largo confinamiento que les obliga a estar más unidos que nunca, ante la imposibilidad de recibir la visita de sus familiares.
El éxito no ha sido fruto de la suerte nada más, sino de la precaución. «Incluso días antes de que se decretara el estado de alarma, pusimos dispensadores de hidrogel y tomábamos la temperatura a todos cada día; avisamos a los familiares y cerramos el centro a las visitas, además de espaciar las butacas y el espacio en el comedor para poder mantener las distancias; y mucho control por si aparecían síntomas», señala la concejal de Serveis Socials de Muro, Joana Maria Perelló, quien ha llevado la coordinación de modo telemático, al ser enfermera y personal de riesgo.
Perelló señala que «aunque los primeros días sí hubo algo de falta de epis, enseguida las cuidadoras comenzaron a usar mascarilla y guantes».
Nueva barrera
Echar de menos a los familiares es lo que se lleva peor en las residencias. En Muro, se instaló una barrera en el arco de acceso por el patio, así los familiares se han podido acercar a saludarlos a distancia. También les llevaron dos tablets para hacer videollamadas, una nueva experiencia para muchos. Y pese a todo no han dejado de hacer sus actividades, como empanadas. Y ahora con el buen tiempo, planean sembrar un huerto. Toda una lección de paciencia, coraje y precaución.