El sector primario no se rinde. Los criadores de porc negre buscan nuevas fórmulas para compensar la caída de la demanda provocada por el cierre de toda la restauración y hostelería por la crisis sanitaria.
De las diez mil lechonas que producen cada año los ganaderos de la Associació de Criadors de Porc Negre Selecte Mallorquí, unas tres mil van para engorde y siete mil se destinan al consumo de la porcella, el 80 por ciento en restaurantes y hoteles. Si hasta ahora las ventas se habían enfocado a la restauración y el cliente particular era testimonial, la crisis de la COVID-19 ha cambiado los términos.
Reinventarse o morir
Tres de los mayores criadores y distribuidores de porc negre lideran una serie de iniciativas que permiten al sector mantenerse, por el momento. Can Company ha incorporado el servicio de lechona al vacío a domicilio a los canales de venta online que ya tenía para sus embutidos. «Las lechonas están ahí y no hay demanda para destinar tantas a engorde», señala Javier Irazusta, el gerente, quien destaca que la distribución a particulares exige más trabajo y menos ganancia, pero también ha abierto nuevos mercados. «Enviamos una media de 150 lechonas semanales, la mitad a Mallorca y la otra mitad a Girona, Barcelona, Murcia, Valencia y Alicante; y les está gustando, una carne que antes era totalmente desconocida en la Península». También por primera vez han logrado llevar el porc negre a un gran supermercado.
Otras dos iniciativas son las de Tiberi, que la sirve confitada, y la Pep Martorell, dueño de Rancho Grande, que lleva porcella al horno a domicilio pero además, ha empezado a distribuirla a carnicerías de Campanet, Muro, Pollença, Llubí, Alcúdia y Can Picafort. «La demanda a domicilio bajó un 80 % los primeros días de crisis, pero remonta y hemos podido añadir cordero local».
Precio
El precio de la ‘porcella' en crudo sale a unos 7-8 € el kilo, un 30 % menos que antes de la crisis. Asada, de 145 € a 160 € entera y 75 € media. Por ración,9,60 a 11,35 €.