El Santuario de Lluc ha presentado un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) que afecta a la totalidad de su plantilla, formada por medio centenar de empleados. El centro espiritual de Mallorca se suma así a las más de ocho mil empresas de las Islas Baleares que se han acogido al cierre temporal, ante la imposibilidad de desarrollar su actividad como consecuencia de la confinación obligatoria que ha impuesto el Estado para frenar la propagación del coronavirus COVID-19.
De las aproximadamente 50 personas que tiene a su cargo el Santuario, 40 han visto afectada toda su jornada laboral y han pasado al desempleo. Es el caso de la dirección y personal que presta sus servicios en la residencia de la Escolania dels Blauets de Lluc, como empleados de limpieza, cocina, educadores, etc.
Esta situación no afecta al profesorado, porque al tratarse de una escuela integrada y concertada, los docentes dependen directamente de la Conselleria d'Educació y no del Santuario de Lluc.
Todos los servicios cerrados
Este ERTE afecta al personal de todas las áreas, desde la hospedería a la residencia de alumnos, cocinas, personal administrativo y a los negocios, como la tienda de souvenirs y el horno. «De los 50 trabajadores, solo se quedan diez, que están al 50 por ciento de su jornada para ofrecer unos servicios mínimos de recepción, administración y mantenimiento - porque el Santuario es muy grande y siempre hay cosas que arreglar- así como la panadería», explica el gerente del Santuari de Lluc, Sebastià Sureda.
De hecho, la panadería ubicada junto a la Plaça dels Pelegrins abre solo cuatro horas al día, media jornada, para suministrar pan a la docena de personas que residen en Lluc de modo permanente, más otros 10 o 15 residentes de la urbanización Es Guix.
La duración de esta situación nunca antes vivida en Lluc se prolongará mientras dure el estado de alarma decretado por el Gobierno el pasado 14 de mazo. El confinamiento ha hecho que los 35 blauets que estudian en la Escolania permanezcan en sus casas, al igual que el profesorado y el personal encargado de la residencia de estudiantes. Además, con la suspensión de las misas, de la actividad pastoral, y la prohibición de las reuniones y desplazamientos por ocio, sumado al cierre obligatorio de los restaurantes, todas las actividades habituales en Lluc han cesado de golpe.
Las pérdidas, que aún no han sido cuantificadas, se presumen muy elevadas, puesto que en circunstancias normales, son miles las personas que visitan el recinto cada fin de semana. Ahora todo es silencio.