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Treinta años de las inundaciones del Llevant

Hubo muchos daños materiales. Casas particulares y comercios o carreteras sufrieron graves desperfectos. La reina Sofía y el ministro Barrionuevo visitaron la zona. | Joan Torres

| Manacor |

El 6 de septiembre de 1989 sigue siendo una fecha marcada en la historia de los municipios del Llevant y del Migjorn. Este viernes se cumplen 30 años de una de las inundaciones más graves del siglo XX en la Isla. En Portocolom (Felanitx) murieron tres personas, trabajadores del hotel El Corso. Carreteras, caminos, campos, casas, animales (45.000 pollos y 500 cerdos muertos), puentes, cisternas, todo, todo quedó anegado. Un desastre que pervive en la memoria como la torrentada de 1932 o, más recientemente, las inundaciones del pasado 9 de octubre de 2018.

Manacor, Sant Llorenç, Campos, Felanitx, Santanyí, Artà, Capdepera, Portocolom, s'Illot, Son Carrió, Cala Rajada, Portocristo, s'Estany den Mas, Portopetro, o es Domingos Petit, vivieron de cerca las consecuencias del temporal. Unas precipitaciones que fueron superiores a los 100 litros por metro cuadrado en los observatorios de la zona. Al sur del término municipal de Manacor y norte de Felanitx, el agua llegó a superar los 200 litros, incluso los pluviómetros se derramaron y se ha estimado que podría haberse llegado a los 320.

Aquellos días toda la Isla quedó conmocionada, todos los políticos, consellers, alcaldes de la comarca, el president Gabriel Cañellas, el ministro José Barrionuevo e incluso la reina Sofía se acercaron a la zona del desastre.

Los gobiernos autonómico y central repartieron ayudas cifradas en miles de millones, labradores y vecinos tuvieron que presentar sus pérdidas, se declaró zona catastrófica a toda la comarca.

En Portocolom fue donde el temporal provocó la tragedia, Eulàlia Bennàssar, Antonio Alcolea y Carlos Iglesias, murieron por la riada en un hotel construido (y que hoy allí sigue) en medio del cauce del torrente. En Sant Llorenç los tres torrentes se desbordaron.

El torrente de Son Negre durante las lluvias de 1989 llegó a caudales máximos de 1.054 m3/s, casi el doble que el caudal del río Ebro. Ses Salines quedó incomunicado por carretera con Campos y Santanyí. Campos y sa Ràpita también sufrieron las consecuencias de las lluvias, las crónicas de la época hablaban «de un panorama indescriptible», todos los huertos de la llanura de Campos se convirtieron en un mar. Fue la última vez que el Trenc hizo bueno su nombre y el agua rompió (va trencar) las dunas para salir al mar.

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