Alcúdia recibió este jueves su segundo y último crucero de la temporada, el barco de lujo Sirena con 650 pasajeros a bordo (americanos, canadienses, australianos y, en menor medida, españoles). El buque llega en pleno debate sobre la masificación ligada al turismo de cruceros en Palma y con la posibilidad abierta de desviar parte del tráfico al puerto de Alcúdia.
Ambos son puertos de características muy diferentes. Alcúdia (debido entre otras cuestiones a su menor calado) solo recibe cruceros de dimensiones menores y mayoritariamente de lujo, por lo que de entrada el Ajuntament aplaude la idea de incentivar la llegada de más buques de esas mismas características a su puerto. «Pero hay que actuar con medida y responsabilidad», dice la alcaldesa Bàrbara Rebassa. La alcaldesa explicó este jueves que, en contra de la creencia popular, no todos los cruceristas que llegan van a Alcúdia. «Este jueves parte del pasaje tenía excursiones contratadas para visitar Palma y las cuevas del Drach», añadió. Rebassa intentará ahora impulsar a través del área de Turisme la contratación de excursiones en origen para que los cruceristas pasen el día en Alcúdia.
Desde que arrancó el turismo de cruceros en Alcúdia en el año 2012 el mercado ha ido cayendo en el puerto local, hasta un 50 por ciento a lo largo del último año.
En el año 2016 alcanzó su máximo histórico de cruceristas con 5.901 pasajeros. Una delegación municipal recibió este jueves el barco y entregó la tradicional metopa a la tripulación.