La plaga de la oruga que afecta al boj se ha convertido en una amenaza latente para la variedad endémica de Baleares, Buxus balearica, única en el mundo, pues solo se conserva en reductos de la Serra de Tramuntana y de Cabrera, mientras que en Menorca ya está extinguida.
La detección de la presencia en Mallorca de esta oruga (Cydalima perspectalis) procedente del sudeste asiático, ha encendido todas las alarmas, pues en comunidades como Cataluña está acabando con las variedades comunes de boj, mientras que en la Unión Europea la invasión ya ha llegado a 25 países. El departamento de Sanitat Forestal organizó este jueves una jornada técnica en la Universitat sobre esta nueva plaga dirigida a agentes forestales, estudiantes gestores de la Administración, responsables de viveros de plantas y profesionales de la jardinería. La finalidad es divulgar los conocimientos que existen sobre esta oruga y su comportamiento, aprender a detectarla, así como recomendaciones para evitar su expansión.
En Mallorca, la presencia de la oruga del boj se detectó a finales de 2018, aunque en 2016 ya se había visto un caso en Menorca. El boj es un arbusto muy utilizado en la jardinería ornamental. La introducción de esta plaga invasora se produce a través de plantas contaminadas, ya sea en viveros o cuando particulares las traen de un viaje sin sospechar que bajo la tierra puede haber una crisálida enterrada. La jefa del servicio de Sanitat Forestal del Govern, Sandra Closa, señala que «se realizan controles de las plantas que se importan cuando hay una sospecha de que puede ser sensible a una plaga y están declaradas como organismo de cuarentena; en el caso de esta oruga no lo estaba cuando llegó».
Los estragos que causa esta oruga en el boj comienzan por alimentarse de la hoja primero y después de la corteza y de los rebrotes, hasta acabar por matar al arbusto. La mariposa realiza entre 3 y 5 puestas anuales, de 900 huevos cada una, una fecundidad más prolífica en climas cálidos como el de las Baleares. En la jornada participaron además Samuel Piña, del grupo de investigación de ecología de la UIB; y Emili Bassols, del Parc Natural de la zona volcánica de la Garrotxa, quien explicó los estragos que ha causado la plaga en Cataluña y en Francia.