No ofrecen una fecha concreta, pero desde el departamento de Carreteres del Consell de Mallorca aseguran que «en breve» se cumplirá con la palabra dada y se iniciarán las actuaciones para separa y proteger el peligroso carril bici de la carretera litoral de sa Ràpita (Ma–6021) del, sobre todo en verano, ingente tráfico rodado que circula por esta vía.
Cabe recordar que, tal y como publicó este diario en su edición del pasado 10 de julio, la consellera de Infraestructures i Territori del Consell de Mallorca, Mercedes Garrido, se comprometió a instalar barreras de madera reforzadas con hierro para separar el carril bici de la carretera. Sostenía entonces Garrido que el proyecto estaba en fase de redacción para sacarlo a licitación, por lo que estaba previsto que las obras empezaran a ejecutarse durante este invierno.
No obstante, ese mismo día de julio, la consellera aseguró también que, mientras se cumplimentaba el proceso administrativo pertinente para la instalación de las barreras de madera, el Consell instalaría, también «en breve», barreras provisionales tipo New Jersey: vallas de seguridad, generalmente de hormigón o plástico que se llenan con agua, que deberían haber servido para separar el tráfico de coches de la circulación de bicicletas y peatones. «Aunque no es la medida más idónea desde el punto de vista estético, es una solución mientras se tramita la colocación de la barreras», reconocía a la sazón Mercedes Garrido. Sin embargo, casi ocho meses después y sobrepasado ya el ecuador del invierno, estas barreras provisionales no se han instalado todavía.
El compromiso de la consellera llegaba tres semanas después del atropello mortal de una adolescente sobre el mismo carril. Un suceso que desencadenó una ola de indignación en sa Ràpita y obligó al Consell de Mallorca y al Ajuntament de Campos a adoptar medidas para extremar la seguridad en una vía que cuenta con un carril bici sin las mínimas garantías, tráfico desmesurado y demasiados casos de circulación a velocidad excesiva.
Promesa
De esta manera, el Consistorio procedió a rebajar la velocidad máxima de 50 a 40 kilómetros por hora para hacer más efectivos los controles policiales, mientras que la institución insular pintó línea continua a lo largo de toda la carretera, quedando así prohibidos los adelantamientos de vehículos. Ahora sólo falta la instalación de la prometida barrera de protección. Una promesa que los vecinos de sa Ràpita esperan que se cumpla «en breve».