El fotógrafo Guillem Bestard (Pollença, 1881–Londres, 1969) forma parte desde este martes de la galería de hijos ilustres de Pollença. El acto de proclamación se celebró a las 19 horas en un abarrotado salón de plenos al que asistieron algunos de sus descendientes.
El pleno acordó además declarar el 2019 como Año Bestard en el cincuentenario de su muerte. La iglesia del Roser acogerá en primavera una exposición y el Ajuntament prepara también un documental.
El reconocimiento se produce meses después de que el propio Ajuntament de Pollença adquiriera por 277.000 euros el archivo Bestard-Cerdà que atesora más de 400.000 negativos que ofrecen un fiel reflejo de la sociedad mallorquina de los siglos XIX y XX.
Dicen los expertos que Guillem Bestard se inició en la fotografía de la mano de un turista alemán que a finales del siglo XIX se encontraba en Pollença.
Claramente influenciado por los principios de la Institución Libre de Enseñanza y enamorado de la creciente vida cultural pollencina, en 1898 (con solo 17 años) abrió el primer estudio de fotografía local siendo uno de los pioneros de este arte en la Isla.
Pronto le llovieron los reconocimientos dentro y fuera de Mallorca hasta el punto de que en 1910 obtuvo la Medalla de Oro en la Exposición Internacional de Fotografía de París, no solo por sus aportaciones artísticas sino también por los avances técnicos que introduce en los procesos químicos ligados a la obtención de las imágenes finales.
El jurado adjuntó al acta una nota que decía: «Especial distinción al procedimiento fotográfico más artístico que se conoce».
Ante sus ojos desfilaron los intelectuales que por entonces comenzaban a frecuentar Pollença (Atilio Boveri, Anglada Camarassa, Tito Cittadini...) a la vez que publicaba en medios como National Geographic o el madrileño El Sol.