Integrada por más de un centenar de tumbas de época talayótica (desde el s. VI al I a.C) la necrópolis de Son Real es única en todo el Mediterráneo, una joya arqueológica que vale la pena preservar. En eso coinciden todos los expertos que asumen no obstante que con el paso del tiempo (no hoy ni mañana pero sí quizá dentro de un siglo) el mar acabará por comerse completamente el yacimiento.
Para evitar que eso ocurra el alcalde de Santa Margalida, Joan Monjo, reivindica la creación de un consorcio público integrado por el Gobierno central, el Govern balear, el Consell de Mallorca y el Ajuntament, similar al que existe desde hace décadas en la vecina ciudad romana de Pol·lèntia en Alcúdia, que garantice, no solo la continuidad de las excavaciones y el estudio de los restos sino también su perdurabilidad en el futuro.
Víctima de la erosión
«Solo la ejecución de contención dentro del mar, podría ser un dique, podría garantizar en el futuro que la erosión no acabe con el yacimiento», dice el alcalde Joan Monjo.
Monjo recuerda que el yacimiento ocupa la zona de dominio público marítimo terrestre (dependiente del Gobierno central), en una finca pública del Govern en el municipio de Santa Margalida.
Teniendo en cuenta que el Consell es el que tiene la competencia en materia de Patrimonio el alcalde de Santa Margalida concluye que las cuatro administraciones son corresponsables de este yacimiento único. No obstante Monjo lamenta que «hoy por hoy el Ajuntament es el único que invierte en su conservación 20.000 euros al año».