La plantación de nueva viña autóctona comenzó este viernes con cierto pesimismo dado que el número de injertos de variedades autóctonas producido en la Isla por la prohibición de exportar materia vegetal a consecuencia de la Xylella, no basta para satisfacer toda la demanda.
De las 200.000 plantas que demandaban los bodegueros solo han sobrevivido 130.000 y algunas variedades como la prensal han sufrido pérdidas de un 60 por ciento. Los productores deben elegir ahora si sustituyen parte de la planta autóctona por variedades foráneas o se arriesgan a estratificar la planta con raíz siguiendo un sistema de injerto de temporada que se acelera en cámaras de calor. Este método es menos fiable y más costoso.
Pepe López del Olmo, experto en la materia y nexo de unión entre los bodegueros y la empresa navarra Viveros Villanueva, productora de los injertos de variedades autóctonas que este año se han realizado en un campo de crecimiento de viña en Biniagual ante la imposibilidad de enviar las muestras a la Península, explicó ayer que «algunos han aceptado sustituir un 30 por ciento de las variedades locales por variedades foráneas, pero hay quien no quiere hacerlo y prefiere el plan B».
El problema radica en que las pérdidas en el campo de crecimiento de Biniagual han sido superiores a las previstas inicialmente debido, entre otras cuestiones a las heladas.
Para evitar que la situación se repita en 2018 se plantea retrasar la plantación de los injertos en el campo de crecimiento. «Hemos tenido entre un 10 y un 12 por ciento de bajas por heladas a las que hay que sumar una zona más pobre en tierra que también ha provocado bajas», dice López del Olmo.