El Ajuntament de Santa Maria estudia la viabilidad de comprar un velódromo construido durante la Segunda República al PSOE por 480.000 euros. «Tenemos la intención de comprarlo para que pase a ser de propiedad municipal de una vez por todas, pero el pleno tendrá la última palabra», explicó Colau Canyelles, alcalde de Santa Maria por Més.
El principal motivo que esgrime el alcalde para materializar la adquisición es que las instalaciones deportivas actuales han quedado pequeñas. El municipio ha crecido demográficamente los últimos años, pero no la zona deportiva, que por otro lado «está quedando vieja». Canyelles añade que el velódromo, popularmente conocido como ‘sa Voltadora', está en unos terrenos muy próximo al actual polideportivo, de manera que las instalaciones deportivas permanecerían agrupadas.
En la normativa urbanística, el velódromo aparece grafiado como «equipamiento deportivo». No obstante, parece que para poder construir un pabellón cubierto previamente se tendrían que tramitar una modificación de la normativa.
El gerente del PSIB, Miquel Ramon, explicó que su partido ha solicitado varias tasaciones del velódromo. Una de ellas, la realizada por TINSA, cifra el precio de los terrenos en 585.000 euros. No obstante, «hemos decidido rebajar el precio en 100.000 euros y dejarlo por 485.000. Podríamos haber esperado porque es probable que el valor del terreno aumente, pero tenemos la voluntad de colaborar con el Ajuntament de Santa Maria. Aun así, no podemos regalarlo», manifestó Ramon. El gerente del PSIB añadió que con la venta del velódromo la deuda hipotecaria quedaría prácticamente liquidada. «Creo que todas las partes ganamos. Por un lado, Santa Maria tendrá la oportunidad de ampliar su zona deportiva en una zona próxima a la actual y que en la normativa ya figura para tal fin. Por el otro, el PSIB liquidaría su deuda», valoró Ramon.
Un velódromo «del pueblo»
En tiempos de la Segunda República, en una Santa Maria en la que crecía la afición el ciclismo, un grupo de trabajadores vinculados a la Unión General de Trabajadores y al Partido Socialista decidió comprar una finca llamada Can Adrià con el propósito de construir un velódromo. En Santa Maria aun recuerdan que estos jóvenes –«así como otros no ligados a la política», añaden unos– iban a Ca n'Adrià para levantar la infraestructura cuando habían finalizado su jornada laboral. Al estallar la Guerra Civil, el velódromo estaba terminado, pero el anterior propietario no había ingresado lo pactado por los terrenos. Una vez acabado el conflicto, el Estado se incautó de la infraestructura desatendiendo las pretensiones del anterior propietario, que pleiteó durante años para recuperar los terrenos. Con la restauración, sa Voltadora regresó a manos de UGT, pero el PSOE recurrió y finalmente acabó siendo el propietario. Actualmente está abandonada y en desuso.