Vania Kamenova es una mujer de 31 años de origen búlgaro, residente desde hace seis años en Alcúdia. Su marido lleva seis meses preso en la cárcel de Girona pendiente de un traslado que no llega. Pide su reubicación urgente a la prisión de Palma por una cuestión humanitaria y de salud.«Temo por su vida y si se la quita, ¿a quién tengo que culpar yo?», dice Kamenova. La joven tiene tres hijas menores a su cargo de 10, 14 y 16 años, la mayor de ellas embarazada de nueve meses.
Con un negocio propio de dulces a su nombre, que funciona solo en verano y que gestionaba directamente su esposo, Kamenova pide la aproximación urgente. «Llevamos seis meses sin verlo, al menos que lo trasladen, podrá conocer a su nieta y me podrá asesorar para gestionar el negocio porque ahora no tengo nada, debo 1.900 euros de alquiler y vivo de lo poco que saco en el campo».
La vida de la familia dio un vuelco el mes de agosto cuando regresaba de la boda de su hija en Bulgaria a su lugar de residencia en Alcúdia. Cruzaban la frontera cuando les pidieron los papeles y su marido quedó detenido. Estaba en búsqueda y captura con una condena firme por una pelea en 2014 en Alcúdia y otra por atentado contra la autoridad de cuando vivía en Almería. También tenía antecedentes por un delito contra la circulación por conducir sin carnet. Le han caído tres años y medio de prisión. «No teníamos ningún aviso de que tenía que entregarse para ir a prisión, nos vino de nuevas. Había sido condenado a pagar 1.200 euros al agredido pero lo pagamos», lamenta Kamenova.