El emplazamiento es lo que sin duda distingue el Davallament de Pollença. En lo alto del Calvari, bajo la tenue luz de las antorchas y con un silencio dos veces sepulcral, la localidad escenificó este viernes el Davallament de Jesucristo de la Cruz. Es uno de los actos de la Semana Santa más vistosos y seguidos de cuantos se celebran en la Part Forana. Cabe remarcar también el elevado número de turistas que presencian el espectáculo.
Dejando ahora un lado el tradicional acto religioso, el Davallament de 2016 será quizás recordado por la ausencia del alcalde, Miquel Àngel March (Junts, una coalición de izquierdas), autoridad que históricamente había copresidido la escenificación. Su no asistencia fue tema de conversación en los corrillos y suscitó cierta polémica.
March, que curiosamente pertenece a una familia pollencina (conocida con el sobrenombre de Can Pontico) muy implicada históricamente en este acto religioso, hizo una apelación a sus convicciones ideológicas para justificar su no asistencia. Habló de la «aconfesionalidad del Estado» y de «la separación» entre Iglesia e instituciones públicas democráticas.