El cuervo Jeroni cumplió su papel a la perfección. En cuestión de segundos descendió libremente del campanario y entregó un pedazo de comida a Sant Antoni y Sant Pau, que le esperaban en una cabaña situada en la plaza, justo al lado de la iglesia.
El espectáculo recrea un episodio según el cual unos cuervos alimentaron a los dos santos cuando éstos estaban en el desierto. De no recibir la ayuda del cuervo, Sant Antoni y Sant Pau habrían muerto de hambre. Una de las novedades de este año fue precisamente la explicación previa de este episodio a los asistentes.