La inoportuna lluvia caída durante la cabalgata de Reyes en Lloret el martes sirvió para poner otra vez de manifiesto el malestar de parte del pueblo con su rector, Antoni Oliver.
Antes de que Oliver llegara a Lloret –hace una decena de años–, la cabalgata acababa dentro de la iglesia, donde Sus Majestades entregaban los regalos a los niños. Oliver, al llegar, prohibió que la entrega de regalos se hiciera dentro del templo, ya que no es un acto de naturaleza religiosa, y desde entonces los niños los reciben en la calle.
En este contexto, la llovizna del martes recordó a los lloritans sus diferencias con Oliver por las restricciones que pone al uso de edificios religiosos y reavivó el enojo que siente parte de ellos. Ciertas fuentes indican que «todo el pueblo» está contra el sacerdote, pero otras indican que es solo una parte.
El malestar ha llegado a tal punto que ciertos vecinos estudian la posibilidad de recoger firmas para presionar al obispo para que nombre otro rector, informó uno de los enojados.
Oliver no negó la polémica, pero defendió la gestión de la parroquia: «No me niego a que vengan los Reyes a adorar al niño Jesús, pero no pueden venir a repartir juguetes», indicó. «Además, está el centro parroquial para esos otros actos», recordó.