La explotación minera de la cantera de Son Amat es legal, como lícitos los recelos de vecinos, gobernantes y asociaciones frente al creciente impacto que la actividad extractora está causando al paisaje del sur de Mallorca.
Los trabajos en Son Amat, a escasos kilómetros del santuario del Puig de Monti-sion, se llevan prolongando desde hace décadas. Sin embargo, en los últimos lustros el impacto visual desde municipios como Llucmajor, Campos, ses Salines o Felanitx se ha acrecentado de forma considerable a ojos de los ciudadanos.
Dirigentes políticos de todos los partidos confiesan en privado su estupor ante las dimensiones que ha adquirido la cantera, al tiempo que lamentan que los colectivos que, en este enclave de la Isla, tradicionalmente han sido muy combativos no expresen públicamente su preocupación ante la paulatina desaparición de montaña convertida en grava y picadís. «Antes, desde sa Ràpita, no se veía el santuario de Monti-sion y ahora sí», comentan algunos residentes de esta localidad situada en uno de los extremos de la playa de es Trenc.
Como los políticos de la comarca, delegados y militantes del GOB también reconocen al amparo del off the record el enorme impacto que la cantera ejerce sobre el paisaje sin que la organización ecologista se pronuncie claramente y de forma pública al respecto.
Informe
El octubre expiró el plazo marcado por la Ley de Minas para que las canteras presentaran todos los permisos preceptivos y adoptaran las correspondientes medidas correctoras y compensatorias con el medio ambiente. Según el Govern, la mayoría adolecían de los informes referentes a la determinación de impacto ambiental.