La cooperativa ganadera de Pollença inauguró este viernes formalmente su nuevo centro de tipificación del cordero (en pruebas desde hace dos meses) que abre una nueva esperanza de futuro de cara a recuperar el reto de comercializar los corderos de Mallorca bajo una certificación de calidad.
Los payeses tuvieron que interrumpir sus planes porque no alcanzaban los mínimos fijados a nivel nacional para que una empresa externa pudiera realizar las pertinentes certificaciones. Se requiere que haya un mínimo de 15.000 ovejas.
El estándar nacional no tiene en cuenta la realidad de la Isla, donde no hay grandes extensiones ganaderas y la producción es notablemente más baja que en otros puntos de España. La cooperativa de Pollença ha comercializado este año aproximadamente 3.000 corderos de calidad superior y otros 7.000 de calidad estándar.
«Ahora mismo tenemos dentro 300 corderos, algunos entraron hace un mes, otros llevan cuarenta días... ya han salido más de ochenta cabezas comercializadas», dice Martí Solivelles. La cooperativa negocia ya para abrir nuevos puntos de venta en diferentes lugares de la Isla.
Construir las nuevas instalaciones no ha sido sencillo. La cooperativa tuvo que luchar durante años contra la complicada burocracia política y administrativa hasta conseguir la recalificación urbanística de sus terrenos.