En Montuïri, siempre se respira algo especial horas antes de las danzas de los Cossiers y de la salida del Dimoni. Un ambiente que mezcla el olor a albahaca y la emoción de todo un pueblo que vibra con dos de sus elementos tradicionales más queridos.
Eran poco más de las seis de la tarde y la plaza, llena hasta los graons de la iglesia, ya transpiraba un anhelo de fiesta indescriptible. Tocaban las seis y media y los aplausos del numeroso público recibían a los siete Cossiers: Tomeu Verger, Toni Nicolau, Toni Miralles Niell, Miquel Àngel Sansó, Toni Miralles Martorell, Joan Albert Cerdà y Josep Canuto. Poco antes de tomar posición en el catafalco, el Dimoni Banya Verda hizo acto de presencia sembrando el terror entre los más pequeños y el júbilo entre jóvenes y mayores.
Las primeras notas de la emblemática danza Flor de Murta iniciaron la mágica tarde. Tras el primer baile, los Cossiers se desplazaron al interior de la iglesia de Sant Bartomeu, donde danzaron Gentil Senyora, recuperada hace tres años, ante el llit de la Mare de Déu. Tras salir del templo le tocó el turno a La Mitjanit, recuperada este año y que fue muy bien acogida por los montuïrers.
Tras esta jornada, todas las miradas apuntan al día 23, revetla del patrón, Sant Bartomeu.