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Devoción en la Triennal de Alcúdia

Los clérigos hijos de Alcúdia tienen el privilegio de portar el Sant Crist y flanqueados por los miembros de la cofradía acercan la imagen a las personas enfermas. Fotos: TERESA AYUGA

| Alcúdia |

Alcúdia vivió ayer bajo un sol de justicia la procesión de la Triennal del Sant Crist con la que los vecinos conmemoran cada tres años el «portento» ocurrido en 1507 cuando en medio de una gran sequía la imagen del Sant Crist apareció bañada de sangre y agua. Cuenta la tradición que después de este hecho insólito se obtuvo una gran cosecha. La fama del «milagro» corrió rápidamente y con la idea de preservar la imagen del Sant Crist se optó porque la procesión se hiciera únicamente cada tres años.

Aunque el «portento» se produjo en el mes de febrero, la Triennal se celebra cada tres años el día después del patrón Sant Jaume, el 26 de julio, lo que convierte la procesión en un hecho de interés turístico que congrega, además de los fieles, a centenares de turistas y curiosos en las calles de la localidad.

Faltaban treinta minutos para las 11.00 horas, hora prevista para el inicio de la eucaristía, y ayer ya no cabía ni un alfiler en la iglesia parroquial de Sant Jaume de Alcúdia. Presidió el oficio el vicario general de la Diócesis de Mallorca, Lluc Riera, acompañado de una veintena de sacerdotes, entre ellos el rector de la parroquia, Joan Oliver, y los hijos de Alcúdia Joan Darder, Felipe Díez, Toni Vallespir, Tomeu Suau y Miquel Company.

Autoridades

Al acto asistieron también numerosas autoridades civiles. Acompañaban a la alcaldesa de Alcúdia, Coloma Terrassa (PP), y a las autoridades locales, el vicepresidente de Cultura del Consell de Mallorca, Joan Rotger; el diputado del PP en el Congreso, Miquel Ramis y la secretaria general de los socialistas de las Illes, Francina Armengol.

Una vez acabado el oficio comenzó la procesión de la Triennal. Felip Díez fue el primer portador de la imagen que tardó treinta minutos en abandonar la iglesia y es que se contaban por centenares el número de fieles que precedían a la comitiva.

Tal y como marca la tradición, los fieles son los primeros en desfilar en procesión. Les sigue el estandarte, que porta desde tiempos inmemoriales la familia Amorós, en este caso Pere Amorós. A continuación salen las promesas, que caminan mayoritariamente descalzas sobre el asfalto ardiente. Los vecinos mojan las calles para facilitarles el recorrido. Tras las promesas inician el recorrido los miembros de la cofradía del Sant Crist con el Sant Crist en último lugar portado por uno de los clérigos hijos de Alcúdia. Tras ellos caminan el resto de clérigos. Cierra, la banda municipal de música que dirige Jaume Serra. Durante todo el recorrido suenan los Goigs del Sant Crist y el pregonero, Bartomeu Suau, evoca a través de los altavoces, recuerdos, reflexiones y pensamientos, invitando a la devoción. «Yo la aprendí de mi padre y vosotros de los vuestros y la debéis transmitir a vuestros hijos porque si no Alcúdia, un día dejará de ser Alcúdia», dijo. Las altas temperaturas son difíciles de soportar y la procesión se alarga durante más de dos horas por lo que habitualmente se producen vahídos y algunos de los fieles tienen que ser atendidos. Ayer no hubo excepciones. Durante el recorrido, los clérigos portadores de la imagen, todos ellos hijos de Alcúdia, van acercando la imagen a los enfermos y mayores hasta sus casas.

La procesión avanza a paso lento, tanto que cuando el Sant Crist dejaba la iglesia, los primeros fieles que desfilaban habían alcanzado ya la mitad del recorrido, en la calle Roca e iniciaban el regreso al templo. Una vez en el interior de la iglesia el Tedeum pone fin a la ceremonia.

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