Que las fiestas de la Patrona en Pollença se han ido desmadrando en los últimos años es algo que hoy casi nadie cuestiona. Se calcula que unas 3.000 personas asisten cada 2 de agosto al simulacro de la batalla entre moros y cristianos que rememora la victoria de los autóctonos sobre un ejército de 1.500 corsarios en 1550.
El Ajuntament de Pollença ha puesto en marcha ahora una campaña que, bajo el lema Civisme. Feim la festa amb seny, llama a vivir las fiestas con «sensatez», recuerda que la participación en el simulacro está limitada a los nacidos y residentes en Pollença mayores de 16 años, y establece un itinerario de puntos de riesgo a lo largo de la calle Joan Mas donde se «recomienda» que no haya cochecitos de bebé, minusválidos, ancianos o familias con niños.
«Siempre hemos dicho que la participación en el simulacro es para los residentes o nacidos en Pollença pero cada vez viene una avalancha mayor de gente que no conoce las particularidades de la fiesta y eso provoca situaciones incómodas», dice el alcalde, Bartomeu Cifre Ochogavía. El alcalde pide a la gente que asista a la fiesta «que atienda las indicaciones para evitar las situaciones de peligro, especialmente para los mayores y familias con niños».
El Ajuntament advierte de que «les guerres de brou no tienen el mismo recibimiento por parte de todos los ciudadanos» y anuncia que «los juegos de agua serán confiscados».
Para no perder la esencia de la fiesta, ya en la víspera del simulacro, el programa de fiestas apuesta por una verbena «al estilo tradicional», explica el alcalde. «Nos encontrábamos con que la gente de Pollença ya no venía y seguían viniendo los de fuera, este año apostamos por una verbena al estilo antiguo que sirva de excusa a la gente de Pollença para salir», dice.
El Ajuntament recuerda que «el silencio es imprescindible en la madrugada del día 2 mientras suena la Alborada y en la Plaça de l'Almoina en el momento de la invocación de Joan Mas».