El jueves finalizó en Selva la ruta del president del Govern, José Ramón Bauzá, por los municipios de Mallorca, visitando las distintas juntas locales en calidad de presidente del PP. Unas visitas que en un principio pasaron prácticamente desapercibidas y que a raíz del anuncio del Govern de los recortes en educación y sanidad empezaron a generar la congregación de protestas en los pueblos donde se llevaban a cabo. Las primeras manifestaciones se efectuaron en Sencelles y Valldemossa, donde unas 70 personas abuchearon y criticaron al president, un preludio de lo que estaba por venir. Fue en Manacor donde las protestas empezaron a recrudecerse. La falta de previsión por parte del Cuerpo Nacional de Policía provocó una situación tensa y en la que se temió por la integridad del president.
A partir de ese día las medidas de protección de José Ramón Bauzá se replantearon. La Guardia Civil fue encargada de proteger al president en los municipios cuya jurisdicción es benemérita. Se le asignaron cerca de medio centenar de efectivos, entre patrullas locales (en el primer círculo de seguridad), Policía Judicial (en tareas de investigación) y Grupo de Información (en un discreto segundo plano, con agentes de paisano e infiltrados). Fue el caso de Inca y Sa Pobla, donde se desplegaron todas estas unidades, al mando del teniente coronel Jaime Barceló. En Pollença quedó de manifiesto que la situación era muy delicada y el Núcleo de Reserva (Usecic) se hizo cargo de las actuaciones. Después, en Artà donde ya se dejaron ver con material antidisturbios. Aun así, el operativo se reforzó más con una unidad de élite que también permitió liberar a parte de los agentes locales para poder encargarse del trabajo diario en la Isla. De esta forma, esta semana apareció en escena el Grupo Rural de Seguridad (GRS), una unidad de élite en materia de antidisturbios y que llegó ex profeso desde Valencia para vigilar la seguridad de Bauzá. En total 30 agentes, entre funcionarios y mandos, a las órdenes de los responsables de la Comandancia de la Guardia Civil de Palma.
Su bautismo de fuego llegó en Bunyola, y después actuaron en Mancor, Llubí, Sóller, Puigpunyent, Banyalbufar y finalmente Selva. Con su llegada, se practicaron las primeras detenciones, cuatro en total.