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Vilafranca

El Consistorio aplica la austeridad para hacer frente a la deuda municipal

| Vilafranca, Mallorca |

El Ajuntament de Vilafranca ha decidido aplicar la austeridad en los diferentes departamentos municipales y ha impulsado una política de restricción y contención del gasto público para poder hacer frente a la deuda que tiene actualmente el Ajuntament.

Así lo explicó a este periódico, el alcalde de la localidad, Montserrat Rosselló. «La deuda sube a un total de 3.231.123 euros. Tenemos préstamos comprometidos por 1.610.213 de euros hasta el año 2.031», se lamentaba Rosselló que añadía que «tan solo a proveedores debemos unos 550.000 euros. Por otra parte tenemos una deuda de 471.000 euros con la Mancomunitat del Pla. Además de todo ello pagamos el sobrecoste del pabellón que sube a unos 600.000 euros».

Ahorro

El alcalde aseguraba que «ante esta delicada situación económica se han adoptado una serie de medidas para recortar el gasto que permitirán un ahorro de más de 70.000 euros anuales». Además señalaba que «esta nueva política de contención no va a perjudicar a los ciudadanos Se porque no van a ver reducidos los servicios que se prestan».

Entre las medidas que se llevan a cabo desde el equipo de gobierno está la de renegociación de diferentes contractos para conseguir un ahorro importante. Así en el ámbito deportivo se ha rescindido el contracto con la concesionaria del polideportivo. «La gestión la asumirán los encargados del campo de fútbol. Sólo en esta negociación ahorramos 27.000 euros», explicaba el alcalde.

En el caso de la escuela de música también se han conseguido reducir en gastos 3.000 euros o también 15.000 en el apartado de fiestas. También se han conseguido descuentos con la renegociación de los contractos de móviles.

Por otra parte, seguía detallando Montserrat, «se ha llegado a un acuerdo con natura Parc y la gestión del Punt Verd también permitirá economimizar».

Otras reducciones han afectado a las luces de navidad, también se han eliminado los calendarios que cada año se regalaban, se ha prescindido de comidas y cestas. «No queda otro remedio», sentenciaba el alcalde.

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