Las calabazas de Sant Feliu de Codines (Catalunya) han hecho mella en Muro. Un año después de que unos vecinos de aquella zona trajeran a la localidad semillas de sus calabazas gigantes los grandes frutos casi han acabado con la especie autóctona a la que superan en tamaño, no así en gusto, según los expertos.
Tal ha sido el efecto Sant Feliu de Codines que este año la Revetla d'Algebelí, organizadora del concurso estrella de la Fira de Tardor, ha decidido crear un premio específico para los ejemplares autóctonos, premio que recayó ayer en Jaume Mulet, único en concurso con dos ejemplares de esta clase, el de más peso con 31 kilos.
El premio gordo se lo llevó la calabaza foránea de Miquel Cloquell, con 293 kilos de peso.
Según el nuevo mecanismo del concurso los premiados reciben un importe de 1,25 euros el kilo (en el caso de la calabaza autóctona) y 0,75 euros el kilo en el caso de la calabaza no autóctona de modo que Mulet recibió 38,75 euros y Cloquell 219, 75 euros, una suculenta diferencia.
Entre las novedades de este año destacó la Mostra de Cuina Murera, todo un éxito.