Mientras media España celebraba ayer la fiesta de la Hispanidad, Búger amanecía con un cierto olor a mallorquinidad. La Fira de ses Rondalles, la que recupera la cultura popular más ancestral, cumplió ayer su tercera edición con una apuesta modesta que compagina la lectura de los clásicos literarios con talleres, cuenta cuentos y una pequeña feria artesana.
La Fira de ses Rondalles es, pese a su aire tradicional, un invento moderno. Fue Bartomeu Alemany (PP) quien en su primer año en la Alcaldía decidió apostar por una feria diferencial, que recordaba mucho a la apuesta monotemática de la Fira de sa Pobla unos años atrás.
Traslado
La primera edición se programó coincidiendo con la Fira de Alcúdia con la que no pudo competir y un año después, en 2010 se apostó por trasladarla al 12 de octubre. La lluvia obligó a suspender el evento en dos ocasiones, de modo que no se pudo comprobar si el cambio daba los resultados esperados.
«Esta es una feria muy local, para que la gente del pueblo disfrute», explicaba ayer Alemany.