La ola de frío polar que estos días ha dejado lluvia, viento y nieve en la Isla de Mallorca no pudo luchar la noche del sábado contra el Correfoc de dimonis i bèsties que se unieron en sa Pobla para festejar la noche más diabólica. Con este acto, empieza la verdadera cuenta atrás para la fiesta de Sant Antoni, una jornada declarada de interés turístico.
Centenares de personas se concentraron en la Plaça Major de sa Pobla, tentando a las bajas temperaturas, y esperando la llegada de los demonios de una docena de colles de las Balears, entre las cuales destacaban Albopàs (sa Pobla), Arrels de Mancor de la Vall, Esquitxafoc (Campos), Fil·loxera (Binissalem) o Es mals esperits (Eivissa), entre otras.
Cuando ya pasaban las doce de la noche, el corazón de sa Pobla se tiñió de rojo y de fuego, incluso el Consistorio también se convirtió en un auténtico infierno de humo, desde donde se asomaban demonios que hacían prever la llegada inminente de los diablos. Unos instantes después, la Plaça Major empezó a vibrar al sonido de los tambores de los demonios y, entonces, el culto al fuego y la tradición diabólica invadieron a los asistentes, que no se pudieron resistir al encanto del mundo de los demonios.
Aun así, sólo los más valientes, protegidos con pañuelos, gorras, guantes y bufandas, osaron combatir con los seres infernales y sus chispas de fuego. El resto prefería mirar desde la acera el espectáculo de demonios que también parecían guerreros romanos, con troncos de fuego a las espaldas y bolas que desprendían calor y de luz.
Toque final
Aún quedaba el golpe de efecto final, la última encendida, en la que lucieron las cuatro torres, una a cada lado de la plaza, con más chispas, más rojo y más calor. Poco después, la luz también llegó al cielo del municipio de sa Pobla con un castillo de fuegos artificiales y el toque final, una cortina de chispas que recorrió la fachada del Ajuntament. Una vez acabado el espectáculo, la gente se resistía a abandonar el recinto, donde los demonios d'Albopàs de sa Pobla continuaron la fiesta con una batucada que hizo bailar a muchos al ritmo de percusión y, también, de Sant Antoni.