Sa Pobla dedicó ayer la feria de otoño al tubérculo que más prestigio ha dado al municipio: la patata. Como ya sucedió el año pasado, volvió a llover, pero aunque fuera con el paraguas en la mano, miles de visitantes desfilaron de nuevo por la feria.
La carpa central, ubicada en la plaza, albergaba los stands de los principales productores de patata del municipio y de las instituciones que se encargan de promocionarla dentro y fuera de la Isla. El recinto estaba rodeado por una acertada exposición que reproducía un campo dedicado al cultivo de dicho tubérculo: los surcos, el tractor, la máquina que la desentierra. Solo faltaba el campesino que las cosechara. Unos paneles ilustraban la reproducción con información y datos curiosos acerca de la patata. La animación de la feria la completaban 'Pautata', la mascota del evento, y cuatro cantores que entonaron ancestrales tonades de camp.
El resto de stands de la feria se extendían por las calles anexas a la plaza hasta el parque de can Cirera Prim, donde se había instalado una pequeña feria ecológica.
Entre la diversidad de productos que se vendían destacaban aquellos de raíz artesanal y la comida: aceitunas, quesos, embutidos, y los locales arròs pobler y espinagada. También buñuelos, elaborados a partir de patata.