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Algaida se rinde a los Cossiers

Los 'algaidins' vibraron con las danzas ancestrales y la vigorosidad del Dimoni en honor a Sant Jaume, patrón del pueblo

Bajo un sol insoportable, los más pequeños esperaban ansiosos la presencia del Dimoni y de los Cossiers. La tradición perdura.

G.MAS/M.A.VAQUER

Algaida revivió ayer una de las tradiciones más queridas por sus habitantes en honor a Sant Jaume. El sol abrasador que caía en la plaza de la iglesia se apagó ante las impresiones que ayer las transmitían los Cossiers, el Dimoni y los xeremiers.

La danza de los Cossiers representa una parte muy importante de la identidad como pueblo de Algaida. Y ayer, todos siguieron la tradición y ésta empieza con la entrada de los Cossiers y las autoridades en la Església de Sant Pere y Sant Pau.

Durante la misa solemne en honor a Sant Jaume, los Cossiers interpretaron el Ball de l'Oferta. Mientras tanto, fuera, los más pequeños reclamaban al Dimoni que no hizo acto de presencia hasta que finalizó el oficio. Fue entonces cuando el alcalde, Francesc Miralles, y las autoridades se situaron sobre las escaleras del portal lateral del templo aguantando estoicamente el calor.

Los niños eran los que mejor cara mostraban estando en primera fila del círculo que organizaba el Dimoni para el posterior baile de los Cossiers. Muchos de los padres la noche anterior bailaron hasta altas horas de la madrugada y buscaban la sombra. Sólo los más jóvenes solicitaban las persecuciones del Dimoni. Pero los Cossiers y sus bailes de colores no se hicieron esperar, este año con más colorido que nunca gracias a los nuevos trajes que han ayudado a elaborar muchos 'algaidins'. Y con ellos, cascabeles, pañuelos, cintas y ramos de albahaca llenaron el ambiente de aromas y tradición. Y entre baile y baile, los Cossiers repartieron parte de sus ramos. Todo ello sirvió de preámbulo al momento más mágico de la mañana.

En el último baile, el Dimoni saltó más que nunca pero nada impidió que la inocencia de la Dama le derrotara simbolizando el triunfo del bien sobre el mal en lo que es conocido como la danza de la Titoieta. Padres y abuelos miraban orgullosos a sus nietos, de ellos depende la continuación de una fiesta que mayores, pequeños, políticos, Cossiers y dimonis se sienten suya. Algaida ayer se rindió a los pies de Sant Jaume, los Cossiers y el Dimoni.

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