Dos muchachas de origen asiático intentaban averiguar qué debían comer y cómo hacerlo. Nada más sencillo: comprar las piezas de botifarró, sobrasada, lomo o panceta a 1'50 euros la pieza e ir a aquel lugar donde sale el humo para hacer algo que aquí se le llama una torrada. La Festa des Botifarró de Sant Joan se ha consolidado dentro el calendario festivo de otoño y ayer fueron unas 3.000 las personas que pasaron por la plaza de la localidad, desde el medio día en que empezó el encuentro y hasta ya entrada la madrugada.
Gente venida de todos los puntos de la Isla pero también del extranjero, caso de las dos citadas muchachas, hacen que la fiesta no se limite a la participación de los vecinos de Sant Joan.
Se trata de una fiesta muy conocida. Así de orgulloso lo explicaba Llorenç Nicolau, presidente de la Associació de Comerciants i Empresaris de Sant Joan que este año organizaba la fiesta: «Tiene renombre porque, de hecho, sale en el calendario turístico y ha aparecido en un cupón de la ONCE».
Nicolau explica que el objetivo de la edición de este año de la Festa des Botifarró es lanzar el comercio y la empresa local y también la comida típica de las Islas.
Esta fiesta nació en 1966 impulsada por la Penya Motorista de Sant Joan. Curiosamente, no tiene amo. Desde su nacimiento se ha celebrado de forma interrumpida y nunca con los mismos organizadores. De hecho, los comerciantes hacía tres años que no se ponían al frente de la fiesta después de haber organizado ocho ediciones.
A pesar de que este año no haya sido organizada por la Penya Motorista, la Festa des Botifarró está muy arraigada entre los amantes de las motos de Mallorca que de alguna u otra manera la sienten como propia. Como es tradición fueron centenares los motoristas que acudieron al encuentro. De hecho, colaboró con la fiesta la entidad Mototurismo.