PEP ROIG
No prometió ni juró. Joan Cerdà se limitó a decir «sí», con la mano sobre el libro del Estatut d'Autonomia al responder la protocolaria pregunta de si deseaba jurar o prometer. Fue el único; los demás siguieron la pauta prevista para la formación del Consistorio. Pero esa escueta respuesta no le privó de ser elegido alcalde gracias a los votos favorables del PSOE y PSM, y a la abstención de Esquerra Unida.
La votación fue secreta. Los regidores electos introdujeron su voto en un sobre, y posteriormente la secretaria cargó con la urna para que cada político pudiera depositarlo desde sus respectivos asientos.
En su discurso, Bartomeu Cifre (PP) hizo hincapié en que no hubo lugar a una negociación porque «tot estava trempat». Defendió que la suya era una propuesta de gestión, no de gestos para el lucimiento y las fotografías. «Nuestro pacto de la anterior legislatura fue bueno y siempre primó el interés general. Deseo que siga siendo así ahora».
José Luis García, de EU-EV, dijo que no podía dar su voto a UM por haber gobernado con el PP en la anterior legislatura, pero que votaba en blanco para dar «un voto de confianza al PSOE y PSM». Le aplaudieron hasta los del PP.
Gabriel Cerdà, del PSM, dijo celebrar que se hubiera podido llegar a un acuerdo con los concejales electos «sin necesidad de que venga gente de fuera para negociar». Manifestó que su deseo era «recuperar el tiempo perdido» y que centraría su trabajo en solucionar los asuntos pendientes, con especial incidencia a los problemas que desde hace años afectan a Cala Sant Vicenç.
Joan Cerdà, que será alcalde durante toda la legislatura salvo imprevistos, definió como «un privilegio» el haber sido elegido como alcalde por segunda vez. Aseguró que el actual pacto estaba fundamentado en un programa para toda la legislatura y una pauta de trabajo en la que no habrá lugar para los lucimientos personales. Dijo que uno de los aspectos del pacto se centra en el desarrollo urbanístico, «que espero no sea motivo de discordia ni confrontación».
Cabe señalar que en los discursos no hubo lugar a la improvisación, puesto que todos los portavoces (la socialista Francisca Ramón no habló) llevaban el texto escrito y se supone que fue leído con fiel rigurosidad.
La sesión terminó con la entrega de la vara por parte del anterior alcalde, Bartomeu Cifre (PP), a su ex socio de gobierno, Joan Cerdà (UM), lo que levantó un clamoroso aplauso del público.