Pese a los incesantes rumores de la última semana ayer no hubo patos vivos en la tradicional suelta de patos de Can Picafort. El Ajuntament, no sólo cumplió estrictamente la normativa que prohibe la utilización de animales vivos en fiestas populares con menos de un siglo de antigüedad, sino que supo sacarle jugo al cambio y el estreno de los anunciados patitos de goma fue toda una fiesta.
La sustitución de los patos vivos por patitos de goma levantó gran expectación y media hora antes de celebrarse la fiesta, la caravana de vehículos para acceder al núcleo costero era ya considerable. Una vez comenzada la suelta el número de asistentes duplicó o incluso llegó a triplicar al de ediciones anteriores.
Los mil patos importados directamente desde China apenas duraron quince minutos y es que ante la ausencia de vuelo, atraparlos resultó realmente fácil. Al acabar la suelta se realizó un gran sorteo, con modelos de cuerpos esculturales incluidos, que fueron extrayendo de tres bombos los números de los agraciados.
Todo cazador de pato participó directamente del sorteo con el número que el ejemplar cazado tenía pintado a rotulador. Entre los premios, auténticos reclamos como una moto, una bicicleta cruiser o un viaje a Cancún.