ÀNGELS HERNÀNDEZ
Como cada año en estas fechas, los alcudiencs y alcudienques volvieron a subir a la ermita para celebrar la festividad de la Virgen de la Victòria.
Los abanicos y el calor propio del verano fueron los protagonistas de la jornada, que empezó en Alcúdia con cohetes y un pasacalles a cargo de la Banda Municipal de Alcúdia.
A media mañana, los alcudiencs empezaron a llegar a la ermita para celebrar una misa en honor a la Virgen de la Victòria. Después de la ceremonia y antes de comer, grandes y pequeños disfrutaron de las típicas corregudes amb joies, desde ses Piques. Este año, todos los pequeños fueron premiados y los mayores se disputaron cuatro comidas en el restaurante El Mirador de la Victoria.
Los juegos del medio día despertaron el hambre de los congregados, que se apresuraron a preparar una apetitosa comida. Como es costumbre cada año, la Obrería de los Amigos de la Victoria se encargó de cocinar dos monumentales paellas para los asistentes. El dinero recaudado con los tíquets del almuerzo, tal y como siempre se ha hecho, se destinará también en esta ocasión al mantenimiento de la ermita.